viernes, 4 de noviembre de 2011

AL ESTILO GRINGO, NEGOCIOS, EL CAPATAZ Y CRUELDAD

Una pareja de negros era dueña de un motel, y cierto día llega una pareja de gringos pidiendo una habitación. Pasado un rato, la mujer escucha risas y gritos en el cuarto de los gringos y decide espiar por la cerradura de la puerta; entonces observa que la gringa está acostada en la cama y su pareja le tira canicas en la vagina.
La negra, asombrada, llama a su marido y le cuenta lo ocurrido. El hombre mira, y ve que en ese momento el gringo está acostado en la cama y su pareja le tira roscas en el pene, sin fallar un sólo tiro.
El negro, excitado, le dice a la  esposa:
-¡Vamos a hacer el amor al estilo gringo!
-¡Si, cariño, -contesta ella igualmente excitada- tu coge los cocos que mientras yo consigo las llantas!
Eran dos polacos muy amigos que se decidieron a ganar en grande en los negocios, por lo que compraron juntos un camión.
Se fueron a Florida y compraron cinco mil melones a un dólar cada uno. Llevaron su cargamento a New York y los vendieron todos allí a un dólar la pieza.
Este procedimiento continuó todo el verano, al final del cual los amigos hicieron balance de sus cuentas.
Viendo el resultado obvio, uno le dijo al otro:
-Me parece que este negocio no marcha bien, no nos hemos ganado ni una perra.

A lo que su amigo respondió:
-Ya me había dado cuenta, y tengo la solución: ¡Compremos un camión más grande!
Un capataz contrata a dos electricistas para hacer un trabajo, y les dice que tienen que estar trabajando todos lo días sin falta hasta las cinco de la tarde. 
El problema era que debido al tipo de tarea que debían realizar no podían estar trabajando los dos a la vez, así que deciden turnarse para trabajar, y un día uno de los electricistas le dice al otro:

-Mira, esto es estúpido, estamos los dos perdiendo el tiempo porque sólo uno de nosotros puede estar  trabajando. ¿Qué te parece si en vez de turnarnos cada hora, uno de nosotros viene por la mañana y el otro viene por la tarde? Además, el capataz nunca está aquí, así que no se enterará.

-Me parece una idea genial. Venga, ahora me voy a casa y volveré a mediodía.
Dicho y hecho, el electricista llega a su casa, abre la puerta, se va al dormitorio, y allí ve al capataz encima de su esposa haciendo el amor.
Sin hacer ruido, sale silenciosamente de la casa y vuelve al trabajo.

-Pero tío, ¿qué haces aquí? ¡Todavía falta mucho para mediodía!
-¡Ya, pero lo he pensado mejor y esto es una mala idea, casi me pilla el capataz!
-¡Y pensar que todas mis amigas me habían asegurado que eras un hombre ardiente! -Le increpa la esposa al marido.
-Si, sobre todo porque ellas no tuvieron la crueldad de casarse conmigo.






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