Un señor horrorosamente gafe se encuentra con una pareja de amigos a cuya boda asistió hace ya tres años.
-Entonces amigo mío, -le dice al marido- ¿no tienes hijos?
-No, -dice el otro-, todavía no.
El gafe hace mil esfuerzos por callarse, pero al final no lo puede evitar y pregunta:
-¿Y tu mujer?
-Nada, mi mujer tampoco.
La familia india Ojo de Perdiz, acaba de dejar la reserva para instalarse en la ciudad. El hijo más joven ha sido inscrito en la escuela, con los niños blancos. El primer día, se dirige allí y, al caer la tarde, vuelve perplejo a casa:
-¿Por qué mi nombre es tan diferente de los de mis compañeros blancos? -pregunta a su padre.
-En nuestro pueblo, hay una tradición, hijo mío -responde el padre-, nosotros , damos nombres de animales o de circunstancias y cosas a nuestros hijos. La mayoría de las veces es un nombre que lleva relación con las circunstancias de su nacimiento. Así, tu hermana mayor se llama Corza Llorona, tu hermano es Bisonte Fogoso... ¿He respondido a tu pregunta, Globito Roto?
-Si le parece bien -dice un director a la nueva secretaria que acaba de contratar- vamos a establecer unas bases de trabajo: Por una parte, el ordenador está a su entera disposición, para poder realizar todas las tareas que una mujer como usted no pueda realizar. Y usted por su parte, se encargará de hacer todo aquello que no puede hacer un ordenador. ¿De acuerdo? Pues deslícese bajo mi escritorio y comience a trabajar con alegría.
-Yo, -dice un juez-, me niego, cuando comparece ante mí un acusado realmente culpable, a darle libertad provisional.
-¿Por qué? -le dice otro colega.
-Es que la libertad provisional es como una patada que espera a un culo.
-Su mujer, -dice el presidente del tribunal- le acusa de bígamo.
-¡Es falso! -protesta el detenido-. ¿Cuál de las dos me acusa?
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