jueves, 10 de noviembre de 2011

TRÁFICO ILEGAL, CONTAGIO, BUEN DENTISTA Y NOVIA DISTRAÍDA.

Un hombre, pasa la frontera belga. El aduanero le pide que abra su maleta, explora en el interior, se queda pensativo un instante y luego le dice al hombre de manera amenazante:
-¡Oiga! ¡Usted hace tráfico de calzoncillos! ¡Veo que lleva siete en su maleta!

-¡Bueno! -le dice el turista-. Yo estaré una semana aquí. Necesito uno para cada día: uno para el lunes, uno para el martes, otro para el miércoles, otro para el jueves, otro para el viernes, otro para el sábado y otro para el domingo. ¿Es normal, no?
-¡Bueno! -le dice el aduanero convencido-, ¡pase!

Al día siguiente, se presenta otro hombre en la aduana...
Es el mismo aduanero el que está de servicio. Hace abrir la maleta, la explora y levantando la cabeza, dice desconfiado:
-¡ Óigame! -dice-. ¡Usted hace tráfico de calzoncillos! ¡Hay doce en su maleta!

Y entonces dice el otro:
-¿Y por qué no? ¡Me quedo en Bélgica un año! ¡Cuente conmigo! Uno para Enero, otro para Febrero, otro para Marzo, otro para Abril....
-Señorita, -dice el ginecólogo en la consulta- no puedo pronunciarme en forma segura, pero no existen más que dos posibilidades: o está resfriada o espera un bebé.

-Entonces, -dice la paciente- yo estoy seguramente en cinta, porque no sé de nadie en mis relaciones que me haya podido pegar un resfriado.
En la sala de espera de un dentista se encuentra una señora ya entrada en años que es la primera vez que consulta con ese especialista, y a su lado se encuentra una atractiva joven.
Mientras esperan, el dentista está ocupado con otra joven en otros menesteres que nada tienen que ver con la odontología.

La señora al oír lamentos y gemidos en la consulta, le pregunta a la joven:
-¿Es bueno este doctor?¿No hará mucho daño? -pregunta la señora asustada-. Es que es la primera vez que le consulto, mi antiguo dentista ya se jubiló y he tenido que cambiarme a este doctor.

-No se preocupe señora -le responde la joven muy sonriente-, es muy buen dentista. Él no tiene nunca la costumbre de hacer sufrir a sus pacientes.
Una preciosa niña asiste por primera vez en su vida a una boda. Indignada le pregunta a su madre:
-Mamá, ¿viste que distraída estaba la novia?
-¡Claro que no! ¿Por qué?
-¡¡Legó con un señor y se fue con otro!!









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