-Compañero -le dice un borracho a otro-, ¿por qué no vamos a mi casa para seguir bebiendo?
-No, compañero. Mejor vamos a la mía, que está más cerca.
-Noooo... la mía está más cerquita.
-Bueno, vamos a ver cuál de las dos está más cerca.
Echan a andar hasta que llegan frente a una casa.
-Ya hemos llegado. Ésta es mi casa -dice uno.
-¡No puede ser! ¡Ésta es la mía! -responde el otro.
-¡Que no! ¡Que es la mía!
-Ahora lo vamos a comprobar. Llamemos al timbre y sabremos de quién es.
Llaman al timbre, sale la dueña de la casa y les dice:
-¡Muy bonito! ¡Padre e hijo otra vez borrachos!
Está un borracho dándole puntapiés a una farola de la calle cuando llegan tres patrullas de la policía avisadas por los vecinos a causa del escándalo que hay.
-¿Por qué golpeas esa farola? -pregunta uno de los agentes.
Y el borracho responde:
-¡Estoy esperando a que me abran la puerta!
-¿Eres tonto? -le pregunta el policía-. ¿No ves que ahí no vive nadie?
-Entonces -dice el borracho-, ¿por qué tienen la luz encendida?
Pasadas las tres de la madrugada, un borracho llega a su casa y pide a su mujer que le abra la puerta. Ella, furiosa, se niega a dejarle entrar y ambos entablan una discusión. Están en plena pelea cuando suena el teléfono.
-¿Está el señor Vargas? -dicen al otro lado de la línea.
-No, el señor Vargas no está -responde ella.
El borracho le contesta:
-¿Y cómo va estar si tú no le quieres abrir la puerta?
Un hombre tenía por costumbre no sólo llegar tarde a su casa, sino además borracho. Su mujer, para hacerle escarmentar, decidió esconderse detrás del sofá vestida de Satanás. El caso es que el hombre llega, la mujer se le aparece y el borracho dice:
-¡Tú no me asustas, Satanás! ¿No ves que yo estoy casado con tu hermana?
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